Antonio González Vietitez |
A lo largo de toda nuestra historia y también en la reciente, los cambios de ciclo en la economía canaria han supuesto etapas de fuertes desajustes y conflictos. También, cómo no, de deslumbrantes oportunidades. Que se han aprovechado, o no, de muy distinto modo y con desigual éxito.
Esto ha seguido ocurriendo en el último medio siglo, y referido en este caso al sector turístico. Se puede acordar que se han sucedido hasta cuatro crisis de sobreoferta. Y esto, teniendo en cuenta que, hasta hace un lustro, el número de turistas vino creciendo año tras año de forma ininterrumpida.
En los últimos años, las cosas han ido a peor hasta este mismo año de 2011. En que, debido a la mejora (¿consolidada?) de la coyuntura en los principales países europeos emisores, y a las crisis políticas del Mediterráneo, se está a punto de batir todos los record históricos del número de turistas llegados al Archipiélago.
Y ante esta última situación, algunos sectores sociales canarios, y hablo en concreto de los empresarios grancanarios, han comenzado a plantear y actuar como si, de verdad, estuviéramos superando definitivamente los años oscuros y navegáramos a todo trapo con el ciclo al alza. Así, han comenzado a desperezarse y a hacer ejercicios de calentamiento, según los usos y costumbres inveterados de esta tierra asirocada.
Es preciso resaltar que estos empresarios grancanarios (como en todos los sitios), han venido informándonos que no estaba la situación para invertir y crear empleo. Que los flujos de crédito no llegaban a las empresas, que el mercado laboral era muy caro y que los impuestos no les dejaban resquicio alguno. Por tanto de invertir, nada y de innovar y diversificar, menos.
Y aquí llega lo sorprendente. De un día para otro, se levantan del sillón y nos comienzan a decir y reiterar que están luchando por crear empleo. Y que no se les deja ni invertir, ni colocar sus enormes sumas de dinero. Que tienen recursos para centros comerciales, puertos deportivos, hoteles de lujo, frentes marítimos….Que hay más de mil millones de euros ociosos, que podrían generar 15.000 puestos de trabajo, porque como todos sabemos hay mucho paro. En suma, que no les dejan salvar a Gran Canaria.
¿Y esto?
Hay que estar atentos a la jugada que se está cociendo. Para intentar analizarla vamos a ver varios capítulos.
Capítulo 1. Todo este despertar comenzó con la discusión sobre el centro comercial que los Hermanos Domínguez quieren construir en plena vega de Gáldar. Está parado porque el proyecto del centro exige nada menos que trasladar toda la carretera general del Norte para darle cabida (¡!). Incluso se había llegado a un acuerdo para que el coste de esta operación (unos 9 millones de €) se pagaran a partes iguales por el Gobierno de Canarias, el Cabildo Insular y ¡qué gran gesto de altruismo! la propia empresa HD. Afortunadamente, parece que este disparate se ha enmendado y el asunto está parado. Lo que ha supuesto el rasgarse las vestiduras a los empresarios grancanarios, que le han dicho de todo al Consejero de Política Territorial del Gobierno de Canarias.
Y fíjense ustedes hasta dónde han llegado para solucionar este problema. El propio Ayuntamiento de Gáldar y por unanimidad, ha solicitado nada menos que la suspensión temporal del planeamiento. En otras palabras y dicho groseramente, como no se puede hacer el centro con el Plan General en vigor, lo que se hace es suspenderlo. Y mientras está suspendido se construye el centro, y cuando el Plan entre de nuevo en vigor ya se encargarán de que permita lo que antes estaba prohibido. Así de fuerte en todas sus vertientes. Añadir que el uso de esta treta tramposa comienza a generalizarse.
Capítulo 2. Los empresarios grancanarios, al rebufo del conflicto del capítulo 1, sacan toda su artillería y comienzan una furibunda campaña acusando a la Consejería de Política Territorial del Gobierno de Canarias de bloquear numerosas inversiones. Creo oportuno transcribir algunos de los argumentos usados en auténtica tromba y con estudiada estrategia comunicacional. “No se puede concebir parar proyectos porque haya algún aspecto de una u otra normativa que no se respeta”. “La Consejería siempre se excusa en que los proyectos no cumplen con el planeamiento”. Que hay un trato diferenciado y discriminador en contra de los proyectos de Gran Canaria en relación con los que se presentan en Tenerife”. “El Gobierno de Canarias está poniendo en práctica una política como la del franquismo. Con tanta ley han logrado que todo el mundo quede fuera de la ley”. “El Gobierno ejerce un secuestro económico contra Gran Canaria”. “Estamos en una democracia totalitaria…” Incluso parecen empujados a la heroica clandestinidad “Los constructores saben el riesgo que corren por contar lo que piensan, pero aún así asumen este precio”. Ahí queda eso, se podría añadir.
En resumen, estos empresarios basándose en algunas cuestiones concretas en que tienen razón, lo que de verdad están intentando establecer con esta campaña, en mi opinión, es su propia estrategia para el crecimiento turístico. Y, como desde hace un par de meses, el Gobierno de Canarias informó que va a haber cambios en la revisión que hay que hacer en la ley de la moratoria, ellos quieren fijar esos cambios de acuerdo con sus intereses. El Gobierno mantiene que con la moratoria actual no se han conseguido los resultados previstos. Por eso se plantea “abrir la mano” y permitir la construcción de nuevos hoteles de calidad, sin necesidad de ser hoteles escuela. Pero que en ningún caso se va a liberalizar el suelo turístico.
Y los empresarios, con esta furibunda campaña, pretenden que se pueda construir en suelo virgen. El Alcalde de San Bartolomé de Tirajana, apuntándose a esta estrategia, lo acaba de dejar bien claro. Porque “aún dispone de una zona sin urbanizar”.
Y quiere más camas en Santa Águeda y urbanizar desde Pasito Blanco al Barranco de Arguineguín. Por su parte, el presidente de la Federación de Empresarios de Turismo, “aclara” que “no estamos pidiendo que se consuma nuevo suelo, sino que el que ya está clasificado tenga posibilidades” Porque “llevamos diez años estancados y en ese tiempo se han perdido unas 30.000 camas”.
A mi juicio, aquí está la madre del cordero, porque el Gobierno insiste en que la estrategia fundamental es la rehabilitación de la planta existente. Y todos sabemos que si se pueden construir nuevas plazas, desaparecerá la rehabilitación en la práctica.
Capítulo 3. Aquí se ha de resaltar la furibunda campaña que se ha desatado, desconocida hasta ahora en su intensidad. Con el objetivo de quitar las trabas, agilizar los trámites y dinamitar la burocracia tecnócrata, insensible a las necesidades básicas de cualquier sociedad civilizada. Para que no se impida el crecimiento y se dificulte la creación de empleo. Pero con esta argumentación tan noble, lo que se quiere es allanar el camino para que la construcción pueda invadir territorios vírgenes.
Y los empresarios grancanarios han conseguido que el periódico La Provincia se convierta en su vocero y defensor a ultranza. En las últimas semanas todos los días vuelve sobre el tema. Editorializa sesudamente, mostrando su perplejidad ante esta polémica (aunque en la práctica siga encendiéndola). Y denuncia “la absurda situación de empresarios que quieren invertir y no pueden” siendo todo culpa exclusiva de la “maraña burocrática”.
La dirección del periódico, para mantener la campaña y que no decaiga, está invitando a participar a determinadas personas conocidas del mundo turístico y exponiendo sus opiniones. Así, el presidente del Círculo de Empresarios de Las Palmas “Con la excusa de salvaguardar el territorio, objetivo que nadie discutía, se fue tejiendo una compleja maraña legislativa y un caos competencial que sepultó cientos de proyectos en detrimento del crecimiento económico”. Pero esta rotunda afirmación se da de bruces contra la realidad visible. Si se sepultaron cientos de proyectos ¿qué es lo que está construido y se ve, con agobio, desde Bahía Feliz hasta Mogán? ¿No será otra vez (y van…) la famosa burbuja inmobiliaria?
En esta campaña de La Provincia, uno de sus más ilustres y antiguos directores, Guillermo García Alcalde insiste: “Pero oponer como barrera la normativa obsoleta de los días de abundancia, sin un solo indicio de la voluntad de cambiarla en el más breve plazo, eso ya es aberración”. Es decir que el tratamiento que hay que hacer con el territorio y el medio natural, que todos asumimos con fervor, va a depender de la coyuntura. Si estamos en horas bajas podemos darnos el lujo de ser sostenibles, pero si tenemos el viento en popa y la mar echada, pues ¡qué le vamos a hacer…!
Capítulo 4. El Frente Marítimo de Las Palmas. Como se ve, es que no quieren dejar atrás ninguna posibilidad. Es cierto que, formalmente, la iniciativa viene en este caso del alcalde de Las Palmas. Días atrás, ya en pleno correcalle de la campaña que estamos comentando, el alcalde ratifica que “los hitos de la Gran Marina son obras objetivamente necesarias”. Recordemos que aquellos hitos, incluían a) un hotel de 30 plantas junto al Woermann, b) un rascacielos para “tapar” (¡!!!) el centro comercial El Muelle, c) muelle deportivo para un millar de yates, d) un auditorio (¿y el cercano Alfredo Kraus?), e) puentes levadizos, f) soterramiento de la autovía, g) 300 viviendas en el frente de La Isleta….
Al minuto el alcalde consiguió el apoyo sin fisuras del presidente del Cabildo insular, y los entusiastas parabienes de los empresarios
grancanarios, dispuestos a invertir “desde ya” en esas obras formidables. ¡Y el dinero apareció de repente!
Es cierto que, con posterioridad, el alcalde rebobina un poco y propone “la conveniencia de llegar a un consenso y sin prisas especiales”.
Pero la pica ya está puesta en nuestro frágil y totémico Istmo.
Capítulo 5. La guinda. La desgasificadora colocada en el muelle de La Luz, y según el presidente de la Autoridad Portuaria en Roque Ceniciento. En relación con este capítulo poco más se puede añadir a la solvente y, a mi juicio, inapelable argumentación dada por Javier Sánchez-Simón en La Provincia del pasado 28.
En suma que, aprovechando una coyuntura que consideran propicia, los empresarios grancanarios se han montado una espectacular campaña, nucleada en torno del periódico La Provincia, para concretar y definir las políticas que tienen que hacer las Administraciones Públicas. Dirigiendo las reformas legislativas oportunas para poder seguir construyendo instalaciones turísticas en suelo no ocupado (al tiempo que, por esa misma razón, las zonas más antiguas y envejecidas se siguen hundiendo cada vez más. Porque es más fácil y económico construir “de paquete” que rehabilitar lo viejo).
Por otro lado, es interesante observar que, justo cuando los famosos inversores canarios nombrados a dedo venden sus acciones en Gascan y salen corriendo, el nuevo referente, Gas Natural, cede en las pretensiones históricas de instalarse en Arinaga (Ave, Morales), al tiempo que consigue que el alcalde de Las Palmas le dé pista en La Luz. Para instalar la desgasificadora que tendrá que construir tamaño gaseoducto hasta Juan Grande. Absurda, inquietante y peligrosa propuesta que, ahora, se trata de dulcificar.
En fin. Es como si, después de estas últimas elecciones del 20 N, el interés general tuviera que ser definido por los empresarios. Y la política tener que rendir banderas ante las perspectivas de la nueva burbuja inmobiliaria.
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